Durante las siguientes semanas, me convertí en la confidente de Claire. Me confesó que temía el temperamento de Daniel, que la había amenazado cuando una vez mencionó quedarse con el bebé para ella sola. La escuché, asentí con compasión, incluso mientras guardaba cada palabra. Le aterraba perderlo, pero al mismo tiempo necesitaba protección desesperadamente. Esa dualidad la hacía dócil.
Mientras tanto, indagué más en la vida de Daniel. Había vaciado nuestros ahorros conjuntos para cubrir deudas de juego. Los acreedores llamaban a altas horas de la noche. Su empresa de construcción estaba quebrando, pero Margaret insistía en que “simplemente tenía mala suerte”. Imprimí extractos bancarios, anoté los números de teléfono de los acreedores y los guardé en una caja cerrada en la escuela.
El panorama se estaba volviendo más claro: Daniel estaba al borde del colapso, tanto emocional como financiero. El orgullo de Margaret la cegó, pero yo ya podía ver la tormenta en el horizonte.
La oportunidad se presentó una noche tormentosa de finales de octubre. Daniel se tambaleó hasta casa, borracho, gritándole a Claire porque no tenía la cena lista. Margaret intentó intervenir, pero…
⏬ Continua en la siguiente pagina