Sentados alrededor de la mesa, entre rebanadas de pastel, las confidencias finalmente fluyeron. Nora sabía cómo hacer las preguntas adecuadas, escuchar sin prejuicios. Julia se abrió, honesta pero sin resentimiento. «El orgullo construye barreras», murmuró. Un simple asentimiento de Nora fue suficiente respuesta.
Al salir, la joven se atrevió a preguntar: «¿Puedo volver?». Julia sonrió: «Sería genial».
Cuando los sentimientos resurgen
A la mañana siguiente, un mensaje inesperado: Eliot está preocupado por su hija. Julia responde simplemente: «Es maravillosa».
Unos días después, llaman de nuevo a la puerta. Esta vez, es él. Torpe, aún no está listo para contarlo todo, pero ahí está. Julia abre la puerta. Nada se resuelve mágicamente. Pero es un primer paso. Y a veces, eso es lo más importante.
Porque un simple gesto, una visita, un detalle puede cambiarlo todo… y siempre hay tiempo para reconectar.
Gracias a todos los que leéis estas líneas.