Un jefe disfrazado va a su taller y ve al gerente humillando al mecánico, pero él…
Marcos oyó las palabras, pero solo esbozó una leve sonrisa. Porque sabía algo que Fabián ignoraba: llegaría el día en que la verdad destrozaría esa arrogancia.
El tiempo pasó, y el vínculo entre Camila y Marcos creció en silencio. Él le ofreció bondad donde Fabián le había mostrado crueldad. La escuchó donde Fabián la ignoró. Comprendió su dolor sin que ella necesitara hablar.
Y entonces, una noche, todo salió a la luz.
El taller se reunió para un anuncio. El verdadero dueño había decidido que era hora de revelarse. Mientras los empleados esperaban, Fabián entró con arrogancia, convencido de ser el hombre más importante de la sala. Camila permaneció en silencio a su lado, con el corazón apesadumbrado.
Entonces, ante la mirada de todos, Marcos dio un paso al frente, no con su mono de trabajo grasiento, sino con un traje a medida. Se oyeron murmullos de asombro. El «mecánico» era, en realidad, el jefe.
El rostro de Fabián palideció. Su sonrisa burlona se desvaneció al darse cuenta de que el hombre al que había ridiculizado e insultado era precisamente quien tenía el poder de decidir su futuro.
Los ojos de Marcos se encontraron con los de Camila. Por primera vez
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