Un multimillonario se sorprende al descubrir que una camarera es su hija perdida de 15 años. Se revela una verdad impactante sobre su esposa.

Margaret la miró sin afecto. “No lo entenderías. El mundo de Edward giraba en torno a su trabajo. No se habría dado cuenta de mis lágrimas nocturnas. Ni siquiera se habría dado cuenta cuando…”

¡Basta! —tronó la voz de Edward—. Confié en ti. Lloré la muerte de una hija que creía perdida. ¿Te das cuenta de lo que me hiciste?”

Margaret se ablandó por un momento. “La habrías elegido a ella antes que a mí. No podía aceptarlo.”

Temblando, Lily retrocedió. “Ya no sé qué creer. Tengo que irme.”

Edward la agarró del brazo. “Por favor, no te vayas. Te digo la verdad. Soy tu padre.”

Ella lo miró con escepticismo. “¿Por qué debería confiar en ti?”

Edward sacó una vieja fotografía de su bolsillo: un recién nacido envuelto en la misma manta rosa con una “E” bordada. “Esta foto fue tomada el día que naciste. ¿Aún tienes la manta?”

Lily asintió. “Sí. Lo he guardado todos estos años.”

Margaret palideció.

“Lily”, dijo Edward en voz baja, “te perdí una vez porque confié en la persona equivocada. No te volveré a perder.”

Las lágrimas corrían por el rostro de Lily. “Necesito… tiempo.”

Edward asintió. “Tómate todo el tiempo que necesites. Pero, por favor, déjame protegerte. Si Margaret hizo esto… ¿quién sabe qué más habrá hecho?”

Margaret siseó: “¿Cómo te atreves a acusarme delante de ella? ¡La estás poniendo en mi contra!”

Edward la fulminó con la mirada. “Tú lo buscaste.” »

Justicia y Nuevos Comienzos
Esa noche, Edward contrató a un investigador privado. En dos días, surgieron pruebas irrefutables: documentos, papeles de adopción y pagos que vinculaban a Margaret con la organización del acogimiento familiar de Lily bajo una identidad falsa.

Ante esta situación, Margaret se derrumbó. ¡Sí! ¡Lo hice! Estabas obsesionado con esa niña. Cada plan, cada palabra era para ella. Yo era tu esposa. No podía ser el segundo.

Edward apretó los puños, pero mantuvo la compostura. “No solo me traicionaste, sino que destruiste la vida de una joven inocente”.

Lily guardó silencio, con lágrimas corriendo por sus mejillas. “Toda mi vida creí que nadie me quería. Y mi padre estaba vivo, ¿y yo no lo sabía?”

Continúa en la página siguiente

Leave a Comment