Un pastor alemán se negó a abandonar el ataúd de la niña. Luego miraron dentro…
Nada. Max no gruñó ni ladró; simplemente se negó a moverse.
Los invitados, al principio conmovidos por su lealtad, comenzaron a susurrar. Algunos se sentían incómodos. Otros sentían algo diferente… tensión. Como si Max supiera algo que ellos desconocían.
—Está vigilando algo —dijo una de las maestras de Lily con voz temblorosa—. Míralo a los ojos. Está… concentrado.
Sólo con fines ilustrativos
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