La entrada de un perro… no como los demás
Unos minutos después, entra Rex. Un magnífico pastor alemán de porte digno y mirada inteligente. No es un perro cualquiera: es un compañero para toda la vida, un fiel compañero tanto en el campo como en casa.
En cuanto ve a Thomas, Rex corre hacia él, gimiendo, visiblemente perturbado. Thomas cae de rodillas, lo abraza, le da las gracias y se disculpa. Es una despedida conmovedora. Al menos, eso es lo que todos piensan.
Hasta que Rex se alejó.
El cambio inesperado
El perro se aleja de su amo y se dirige directamente hacia otro policía apostado al fondo de la sala. Es Julien, el antiguo colega de Thomas. El mismo que, unas semanas antes, había testificado en su contra.
Rex gruñe. Fuertemente. Se pone de pie sobre sus patas traseras y mete el hocico en la bolsa de Julien. La tensión aumenta. Julien retrocede, intenta apartar al animal. Demasiado tarde.
Un alguacil se acerca, registra el bolsillo. Saca una memoria USB. El silencio se hace denso. El objeto está conectado a una computadora.
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