Una empleada doméstica de un motel se da cuenta de que todas las noches una niña entra en la habitación de su padrastro: lo que ve a través de la ventana la impacta.
Misma habitación.
Mismo silencio.
La niña apretaba su mochila como si fuera un escudo.
La tercera noche, el instinto de Angela comenzó a inquietarla.
Al momento de registrarlos, preguntó:
—¿Se quedarán mucho tiempo?
El hombre sonrió demasiado rápido.
—Solo de paso.
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