Una madre soltera le envió un mensaje de texto accidentalmente a un multimillonario pidiéndole dinero para leche de fórmula para bebés. Nunca imaginó lo que sucedería después.

Leah parpadeó. “¿Qué quieres decir?”

Max sonrió. «Te he estado observando, Leah. Y quiero ayudar a construir ese futuro. No solo económicamente, sino contigo y Charlie a mi lado. Quiero que seamos una familia».

El corazón de Leah se aceleró. ¿De verdad estaba pasando esto?

Max ya había hecho mucho, pero ahora le ofrecía más que solo dinero. Le ofrecía algo que nunca creyó posible: la oportunidad de una nueva vida.

Y por primera vez en mucho tiempo, Leah se dio cuenta de que ya no tenía que enfrentarse al mundo sola.

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Hola, soy Max Carrington. Me contactaste por error, pero creo que querías enviarle esto a otra persona. Sin embargo, entiendo lo difícil que debe ser para ti ahora mismo. No te preocupes por la fórmula; me aseguraré de que tengas lo que necesitas.

Leah miró la pantalla con incredulidad. No tenía ni idea de quién era esa persona. ¿Max Carrington? El nombre le sonaba vagamente, pero no lo reconoció. Una parte de ella pensó que era una estafa. Había visto a gente usar nombres falsos para engañar a otros y conseguir que enviaran dinero. Aun así, algo en el mensaje parecía… genuino.

Antes de que pudiera responder, llegó otro mensaje.

Puedo enviarte algo mañana. Quiero que te concentres en cuidar de ti y de tu hijo, Leah. No te preocupes por nada.

A Leah se le cortó la respiración. Esto no era una estafa. Lo sintió en el estómago. Quienquiera que fuese, le ofrecía ayuda de verdad.

 

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