Mi hijo Paulo llevaba solo una semana casado con Mira. Su boda en Batangas fue modesta, pero llena de risas, lágrimas y promesas sinceras.
Mira parecía la nuera perfecta: amable, cortés, con una sonrisa cálida y siempre tratando a todos los miembros de la familia con respeto.
Incluso vecinos y familiares hablaban maravillas de ella.
“Es una verdadera bendición dar la bienvenida a una nuera tan amable”, les decía con orgullo a mis amigos en el mercado.
Pero tan solo unos días después de la boda, empecé a notar algo inusual…
El secreto de las sábanas
Todas las mañanas, sin excepción, Mira sacaba las sábanas y las mantas para lavarlas y tenderlas al sol. A veces, incluso las cambiaba dos veces al día.
Una vez le pregunté:
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