Hace dos semanas, me invitaron al baby shower de una amiga.
Estaba tan emocionada y quería ayudar a que fuera especial, así que me ofrecí a cocinar para 50 personas.
Pasé todo el día antes del evento preparando la comida (picando, horneando, cocinando), mientras imaginaba lo divertido que sería celebrar este hito con mi amiga.
Solo con fines ilustrativos.
Esa misma noche, justo cuando terminaba, recibí un mensaje de ella.
Me dijo que tenía que cancelar mi invitación porque no había suficiente espacio en el lugar, pero añadió que quería que yo llevara la comida.
Me quedé impactada y dolida. Había invertido tanto tiempo, energía y dinero asegurándome de que todo saliera perfecto, solo para que me dijeran que no podía asistir.
Decidí responder con calma, agradeciéndole la invitación y diciéndole que yo tampoco podría llevar la comida, porque mis planes habían cambiado.
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