Parte 1
Nunca pensé que tendría que escribir esta historia. Durante mucho tiempo creí que mi familia era pacífica, estable y llena de amor: un esposo atento, una hermosa niña cuyo sonrisa iluminaba mis días, y un hogar lleno de risas. Pero una mañana, todo lo que creía seguro se desmoronó.
Estaba sentada en la cocina, mientras la luz de la mañana se filtraba por las cortinas polvorientas. Frente a mí, mi taza de té humeante, y a un lado, mi pequeña Luca, de cuatro años, dibujaba en una hoja. Mi esposo, Péter, ya se preparaba para salir al trabajo, hurgando nerviosamente en su bolso en busca de la cartera.
—¿Dónde diablos…? —murmuró, revisando los bolsillos del abrigo.
—La dejaste ayer en la mesita del salón —respondí, levantándome para buscarla.
Al salir de la cocina, sentí la mirada de Luca sobre mí. Cuando regresé, Péter ya estaba en la puerta de entrada; me saludó con un gesto y salió apresuradamente. Me senté de nuevo frente al té, y Luca, de repente, dejó el lápiz. Su rostro era increíblemente serio.
—Mamá… —dijo en voz baja—. ¿Estás enferma?
Sonreí, pensando que era una pregunta de niña.
—No, cariño, ¿por qué lo preguntas?
La niña bajó la cabeza y susurró con cautela:
—Porque… papá dijo que estabas enferma… y le puso algo a tu té.
Mi corazón se detuvo un instante.
—¿Qué? ¿Qué dijiste? —pregunté temblando.
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬