Cada vez que mi esposo salía de viaje de negocios, mi suegro me llamaba a su habitación para charlar un rato… Pero cuando supe la verdad, mi mundo se vino abajo.

Al principio todo era bastante inofensivo.

“Claire”, la llamaba con voz débil y formal.

Entraba al estudio y lo encontraba sentado en su sillón de siempre bajo la lámpara amarilla. El aire olía a madera vieja y a tabaco. Me preguntaba sobre la cena: si me había acordado de añadir limón a la trucha asada, o si había cerrado la puerta trasera.

Pero últimamente su tono había cambiado.

Ya no preguntó por la cena.

Preguntó sobre salir de la casa .

—Claire —dijo una noche, con la mirada fija en mí—, ¿alguna vez has pensado en mudarte? ¿Simplemente… dejar esta casa?

Parpadeé. “No, papá. Michael y yo somos felices aquí”.

Él asintió lentamente, pero sus ojos se quedaron fijos en mí demasiado tiempo, como si estuviera mirando a través de mí.

Sólo con fines ilustrativos

Otra noche, murmuró algo mientras giraba distraídamente el anillo de plata que llevaba en el dedo.

“No creas todo lo que ves”, dijo suavemente.

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment