
Una vida de silenciosa soledad
A sus sesenta y cinco años, Arthur Whitman creía que el último capítulo de su vida ya estaba escrito. Su amada esposa, con quien había convivido durante cuarenta años, había fallecido cinco años antes, dejando tras de sí un hogar que resonaba con su ausencia.
Todas las noches, se sentaba en el mismo sillón desgastado junto a la chimenea, con el reloj marcando suavemente a su lado. La casa estaba limpia, silenciosa e insoportablemente vacía. Las fotografías en la repisa le recordaban una época en la que la risa inundaba el aire y el amor era algo que daba por sentado.
Alguna vez creyó que el amor era propio de la juventud, que se desvanecía con el color del cabello. Después de todo, ¿qué corazón podría renacer tras semejante pérdida?
Pero a veces, el destino espera hasta que dejamos de buscar.
⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬