Esa noche, un hombre de rickshaw acompañó a un anciano a su casa sin pagar nada… A la mañana siguiente, una llamada telefónica de la estación de policía lo sorprendió.

Sin dudarlo, Manoj se retiró. Sacando su gastado chal de lana, lo envolvió sobre los hombros del anciano.

“Ven, Baba, siéntate. No hay nada más duro que este frío”.

Lentamente, el rickshaw arrancó. En el camino, el hombre empezó a toser. Manoj se detuvo en un puesto de té y pidió dos tazas humeantes.

“Bebe, Baba. Te calmará”. Las lágrimas brillaban mientras el anciano murmuraba:

“¿Eres un ángel, hijo?”. Manoj simplemente sonrió en silencio.

Después de media hora, llegaron a una casa en ruinas en un barrio antiguo. Manoj lo ayudó a llegar a la puerta y entrar.

“Esta es tu casa”. El anciano asintió:
“Sí, hijo. Lo que has hecho no se puede pagar con dinero. Dios te bendecirá abundantemente”. Manoj intentó responder, pero el hombre cerró la puerta. Sintiéndose ligero, Manoj giró su rickshaw hacia su casa. Poco sabía que esa noche cambiaría su vida para siempre. Al amanecer, antes de que la luz del sol tocara el suelo, sonó su teléfono.

Medio dormido, respondió.

“¿Hola?”, preguntó una voz firme pero tranquila.

“¿Es usted Manoj Kumar? ¿Dejó a un anciano en el Sector 7 ayer?”. El pecho de Manoj latía con fuerza.

“Sí… ¿está todo bien, señor?”.

Era un inspector de policía: “Preséntese en la comisaría pronto. Es algo importante”.

Se le helaron las manos. El miedo crecía, pero las preguntas lo azotaban: ¿Estaba a salvo el anciano? ¿Había salido algo mal? Quince minutos después, llegó Manoj. Tres agentes lo esperaban.

“¿Usted fue quien dejó a un anciano anoche?”.

“Sí, señor, pero… ¿qué error?”, murmuró Manoj.

Un oficial juntó las manos: “¿Error? Has dado ejemplo”.

Manoj se quedó atónito. El inspector explicó: el anciano no era otro que el director retirado de la Oficina de Inteligencia, Shekharnath Verma, desaparecido de Delhi durante tres días.

Manoj abrió los ojos de par en par. “No me dijo nada”.

Un oficial superior sonrió: “Quizás solo confía en corazones que aún conservan humanidad”. Justo entonces, una camioneta negra se detuvo afuera.

Dos comandos salieron: “Manoj ji, Sahib desea verte”.

 

 

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment