“Yo… ¿Ella es…?”
—Sí —dijo Hannah en voz baja, poniéndose de pie—. Es tu hija.
—Mientes —siseó Brandon, apartando a Hannah—. Intentas arruinar mi boda.
—Digo la verdad —dijo con calma—. Me enteré de que estaba embarazada unas semanas después de formalizar el divorcio. Te llamé dos veces. Nunca contestaste.
“¡Eso no prueba nada!”
No te perseguí, Brandon. Me dejaste claro que no encajaba en tu nueva vida. Y no iba a rogarte que fueras padre. Así que la crié solo.
Las manos de Brandon temblaban. El ruido de la recepción se apagó. Fue como si alguien hubiera apagado la música, las risas, las cámaras. Solo silencio, y el sonido de su imagen perfecta desmoronándose.
Desde un rincón de la habitación, Bianca notó la tensión. Se acercó furiosa, envuelta en un torbellino de seda y diamantes.
“¿Qué está pasando?”
Brandon abrió la boca pero no le salieron palabras.
Hannah se volvió hacia ella con voz firme. «Siento interrumpir tu gran día. Solo vine a devolver algo que Brandon dejó atrás: una parte de su pasado que intentó olvidar».
Bianca miró fijamente al niño. “¿Es una broma?”
—Ojalá lo fuera —dijo Hannah en voz baja—. Pero no. Lily es su hija.
El rostro de Bianca se contorsionó de furia. “¿Lo sabías?”, le espetó a Brandon. “¿Me ocultaste esto?”
“Yo… yo no sabía…”
Lily tiró del vestido de Hannah. “Mami, ¿podemos irnos ya?”
—Sí, cariño —dijo Hannah con voz suave.
Se volvió hacia Brandon por última vez. «No iba a decir nada. Pero querías cerrar el tema. Así que aquí está».
Ella salió caminando.

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