La novia se negó a ser eclipsada: lo que hizo dejó a todos sin palabras

Luego vino el vestido.

Emma había elegido un vestido blanco sencillo pero elegante, reflejo perfecto de su carácter afable. Pero una tarde, al pasar sin avisar por casa de su madre, vio un recibo en la encimera de la cocina: un vestido de noche blanco hecho a medida, adornado con perlas y una cola espectacular. El mensaje era claro: Ava tenía la intención de vestir de blanco en la boda de su hija.

Emma la confrontó, esperando una explicación, o al menos una negación. Pero Ava solo sonrió y dijo: «Cariño, la gente espera que esté espectacular. No es mi culpa si eclipso a la novia

Aturdida, herida y decidida, Emma se dio cuenta de que tenía que tomar el control, no solo de su boda, sino de su propia narrativa.

Con el apoyo de sus damas de honor, ideó un plan audaz.

Cuando llegó el gran día, los invitados entraron al lugar y se encontraron con una imagen inesperada: todas las damas de honor, desde la dama de honor hasta las niñas de las flores, vestían de un blanco radiante. Sus vestidos eran fluidos, elegantes y sorprendentemente similares a los de una novia. Era como si toda la comitiva nupcial hubiera entrado en el escenario de un desfile de alta costura.

Luego Ava hizo su entrada.

Ella se quedó congelada.

Sólo con fines ilustrativos

Su vestido a medida, el que esperaba que causara una gran impresión, era ahora solo un vestido blanco más entre muchos. Las miradas de admiración que esperaba nunca llegaron. Nadie se giró. Nadie susurró. Ella simplemente… se integró.

Y luego, la música cambió.

Todas las miradas se dirigieron hacia el fondo de la sala.

Allí estaba Emma, ​​no de blanco, sino con un impresionante vestido rojo intenso y dorado brillante. La rica tela relucía al caminar, proyectando brillantes reflejos de luz; su figura brillaba como una llama en un paisaje nevado. Lucía radiante, majestuosa… inolvidable.

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