No pudo comunicarse con su hija, que se había casado y vivía lejos. Un padre de 70 años abrazó una caja con comida y nadó a través de las aguas de una inundación para llevar ayuda a su hija que vivía en la zona más afectada…
El río rugía como una bestia.
Cada metro era una batalla.
Don Ernesto se aferraba a ramas, se impulsaba con los brazos, y rezaba entre dientes:
“Virgencita de Guadalupe, no me dejes caer.”
Después de casi dos horas de lucha, alcanzó las primeras casas de San Mateo.
Solo quedaban los techos sobresaliendo del agua.
Sobre uno de ellos había varias personas cubiertas con cobijas empapadas.
Él gritó con todas sus fuerzas:
“¡Lucía! ¡Lucía Ramírez!”
Un silencio desgarrador.
Hasta que una mujer desde otro techo le contestó:
“¡Señor, Lucía y su hijo fueron rescatados ayer en helicóptero! ¡Están vivos! ¡Pero su casa se derrumbó!”
Don Ernesto quedó paralizado.
Soltó la caja.
Las lágrimas se mezclaron con la lluvia.
Todo su cuerpo temblaba, no de frío, sino de alivio y tristeza al mismo tiempo.
De regreso, entre el agua turbia, algo golpeó su pierna.
Era un marco de madera, flotando entre ramas y basura.
Lo levantó: era una foto de su hija Lucía con su pequeño hijo en brazos, y detrás de ellos, él mismo, sonriendo en un cumpleaños pasado.
El anciano se llevó la foto al pecho y rompió en llanto.
“Gracias, Dios mío,” murmuró, “si el río me devuelve esto, es porque todavía los tengo.”
El agua seguía corriendo, pero dentro de su corazón empezó a brillar una pequeña llama de esperanza.
Una semana después, cuando el sol volvió a salir sobre Veracruz, un jeep militar se detuvo frente a la casa de Don Ernesto.
Un soldado bajó del vehículo y preguntó:
“¿Usted es Don Ernesto Ramírez?”
El anciano asintió, confundido.
Entonces, del asiento trasero bajó Lucía.
Tenía la ropa manchada de barro, el rostro cansado, pero los ojos llenos de vida.
Corrió hacia su padre y lo abrazó tan fuerte que ambos cayeron al suelo.
“¡Papá! Me dijeron que usted cruzó el río buscándome… ¡Pensé que había muerto!”
Él soltó una carcajada entre lágrimas.
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