Los calambres nocturnos (esas contracciones musculares repentinas y dolorosas que se producen durante el sueño) son un problema común, pero a menudo poco frecuente. Si bien cualquiera puede sufrirlos, algunos grupos de personas son mucho más susceptibles que otros. Comprender quiénes tienen un riesgo elevado y por qué se producen puede ayudar tanto con la prevención como con el tratamiento.
1. Adultos mayores
La edad es uno de los principales predictores de los calambres nocturnos. Estudios sugieren que casi un tercio de las personas mayores de 60 años los experimentan con regularidad. A medida que envejecemos, los músculos pierden flexibilidad y elasticidad de forma natural.
La función nerviosa también se deteriora, lo que puede interrumpir la transmisión de las señales a los músculos. Además, la circulación tiende a ser menos eficiente en los adultos mayores, lo que significa que el flujo sanguíneo a las piernas y los pies (donde suelen aparecer los calambres) se reduce. Esta combinación de cambios musculares, sensibilidad nerviosa y circulación más lenta explica por qué las personas mayores son especialmente propensas a sufrir espasmos nocturnos dolorosos.
2. Mujeres embarazadas
El embarazo es otro factor de riesgo importante. Las mujeres embarazadas reportan con frecuencia calambres en las piernas, especialmente durante el segundo y tercer trimestre. La causa exacta no se comprende del todo, pero muchos factores contribuyen. El aumento de peso ejerce mayor presión sobre los músculos y las venas de las piernas. Los cambios hormonales pueden alterar la forma en que el cuerpo procesa los líquidos y electrolitos, lo que provoca desequilibrios en el magnesio, el calcio o el potasio.
Además, los cambios en la circulación sanguínea durante el embarazo pueden hacer que los músculos sean más susceptibles a los calambres. Para muchas mujeres, estos calambres nocturnos se convierten en uno de los trastornos del sueño más molestos del embarazo.
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