QUIERO ESOS 3 LAMBORGHINI, DIJO EL HOMBRE EN BERMUDAS Y SANDALIAS. TODOS SE BURLARON. ¡ERROR FATAL!

Quiero esos tres Lamborghini”, dijo el hombre en bermudas y sandalias. Todos se burlaron. Error fatal. En ese mismo segundo, mientras Sebastián Mendoza estallaba en una risa tan escandalosa que retumbó por toda la concesionaria de autos de lujo, ni él ni sus dos colegas podían imaginar lo que estaba por suceder. Don Miguel Salazar, 69 años, parado ahí con sus bermudas floreadas y esas sandalias desgastadas, acababa de decir algo que cambiaría todo. Jorge Villalobos, el gerente de traje gris impecable, se volteó hacia Ricardo Campos con una sonrisa burlona.

Los tres vendedores intercambiaron miradas cómplices. Para ellos, esto era material de chiste para la hora del almuerzo. Pero lo que ninguno sabía era que ese anciano de apariencia humilde guardaba un secreto que los dejaría mudos en menos de 20 minutos. La concesionaria Lamborghini brillaba como una joyería de máquinas italianas. Pisos de mármol blanco reflejaban las luces LED que caían desde el techo alto. Tres Lamborghinis descansaban sobre plataformas giratorias. Un huracán rojo intenso, un Urus blanco perla, un aventador amarillo eléctrico que parecía salido de una película de acción.

 

 

 

 

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment