Siguiente parte de la historia

Al día siguiente, la propia Lucía apareció en la puerta de su apartamento alquilado de una habitación, acompañada de Javier. Entró sin pedir permiso, echó un vistazo a la humilde habitación y frunció los labios.

—Ay, Ale, ¿sigues viviendo en este agujero?

Javier, un joven robusto, se balanceaba incómodo.

—Lucía, quizá no deberías hablar así… —murmuró.

—¿No debería? ¡Digo la verdad! Pasa.

Sacó con cuidado una hoja impresa de su bolso. —Presupuesto de gastos. La cifra del último renglón: 22.000 €.

—Lucía, no puedo. Eso es todo. No tengo más dinero.

—¿Cómo que no tienes? Trabaja. Pide un préstamo. Papá dijo que te lo aprobarían.

—Javier, ¿qué te parece? —preguntó Alejandro, mirándolo fijamente—. ¿Crees que es normal que otro hombre pague tu boda?

Javier se sonrojó y bajó la mirada.

 

 

 

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment