Entonces, apenas perceptible pero real, los dedos de Aaron se crisparon.
Ethan repasó el momento una y otra vez. Pequeño, casi inexistente, pero inconfundible. A la mañana siguiente, Hannah dijo haber sentido una “extraña calidez” en la habitación; no había visto el movimiento.
El corazón de Ethan latía con fuerza.
¿Y si, tras años de inmovilidad, Aaron Blake estaba empezando a despertar?
Los números no prometen, pero dan pistas
Ordenó nuevas pruebas neurológicas esa tarde. El electroencefalograma mostró un cambio leve e innegable: aumento de la actividad cortical. Un patrón de respuesta inexistente.
Seguía sin explicar los embarazos.
Los sobres en el escritorio
Entonces llegaron los informes de laboratorio.
El laboratorio de ADN de Riverside devolvió una solicitud confidencial que Ethan había enviado semanas antes: pruebas de paternidad para los fetos. Los sobres cayeron sobre su escritorio como un montón de ladrillos.
Los cinco fetos compartían el mismo padre biológico.
Y no era ningún esposo ni pareja.
Era Aaron Blake.
La primera respuesta de Ethan fue la negativa. Reanudó los análisis de las muestras y las envió a dos laboratorios independientes. Los resultados no cambiaron. Aaron Blake, un hombre con un trastorno prolongado de la consciencia, era el padre biológico de cinco hijos nonatos.
La noticia se revela
En cuestión de días, la noticia se filtró a un periodista local. Pronto, “El misterio de la habitación 508A” estaba en todas partes: titulares en las principales cadenas. Algunos lo llamaron una señal divina. Otros exigieron respuestas sobre el consentimiento y la supervisión.
Ethan no creía en los milagros. Creía en los datos.
Siguiendo las huellas
Ordenó una revisión interna completa: cada medicamento, cada turno, cada persona que entró en esa habitación. Tras semanas de noches sin dormir, la verdad se hizo evidente; no mística, sino inquietantemente humana.
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