El hígado es uno de los órganos que más trabaja en el cuerpo humano. Filtra toxinas, regula las hormonas, produce proteínas para la coagulación sanguínea y ayuda a gestionar los fluidos corporales. Cuando el hígado se daña, ya sea debido a la enfermedad del hígado graso, hepatitis, abuso de alcohol, trastornos autoinmunes o cirrosis, los efectos no se limitan al abdomen. En muchos casos, las piernas son uno de los primeros lugares donde aparecen los síntomas visibles
Desde hinchazón y hematomas hasta picazón, músculos delgados y heridas de cicatrización lenta, los cambios en las piernas pueden indicar discretamente una disfunción hepática grave. Comprender estos signos puede ayudar a un diagnóstico temprano y, potencialmente, salvar vidas.
1. Hinchazón de piernas (edema periférico): el síntoma más común
Uno de los signos más tempranos y visibles de la enfermedad hepática avanzada es la hinchazón en pies, tobillos y pantorrillas. Esta afección, conocida como edema periférico, se produce cuando el exceso de líquido se filtra de los vasos sanguíneos y queda atrapado en los tejidos circundantes.
Por qué sucede
– Un hígado dañado produce menos albúmina, una proteína que mantiene el líquido dentro de los vasos sanguíneos
– El aumento de la presión en la circulación sanguínea del hígado (hipertensión portal) empuja el líquido hacia abajo, hacia las piernas, debido a la gravedad.
Lo que se siente
– Piernas pesadas o tensas