UN ENFERMERO FUE CONTRATADO PARA CUIDAR A UN ANCIANO DE 87 AÑOS, Y NOTÓ QUE TODAS LAS MAÑANAS…

Había algo en los ojos del anciano que lo tocaba profundamente, una vulnerabilidad escondida detrás de una fachada de cortesía y educación, pero también una inteligencia aguda que observaba y analizaba cada detalle del ambiente a su alrededor. Diego notó como los ojos de Arturo se movían rápidamente entre él y Ricardo, como si estuviera constantemente evaluando el humor del hijo y ajustando su comportamiento de acuerdo. El placer es todo mío, señor Arturo, respondió Diego con sinceridad. Estoy aquí para hacer sus días más cómodos y seguros.

Ricardo observó la interacción entre los dos con una expresión impaciente, consultando su reloj de pulsera dorado varias veces antes de carraspear para llamar la atención de ambos. explicó rápidamente la rutina diaria que debería seguirse, mencionando horarios específicos para medicamentos, comidas y actividades físicas leves, siempre enfatizando la importancia de mantener todo bajo control y evitar cualquier tipo de imprevisto que pudiera comprometer la salud de Arturo. Durante toda la explicación, Diego notó como el anciano permanecía en silencio apenas asintiendo con la cabeza cuando era necesario, pero sus ojos parecían estar siempre alertas, como si estuviera constantemente evaluando el ambiente a su alrededor en busca de posibles amenazas.

La lista de medicamentos era extensa, incluyendo remedios para presión arterial, diabetes y artritis. Pero Ricardo enfatizó que los horarios deberían ser seguidos con precisión militar, sin retrasos o anticipaciones que pudieran alterar la eficacia del tratamiento. “Cualquier emergencia debe ser comunicada inmediatamente a mí”, dijo Ricardo entregando una tarjeta con sus números de contacto. “No dudes en llamarme si hay cualquier problema, por pequeño que parezca.” Diego guardó la tarjeta en el bolsillo de la camisa e hizo algunas preguntas sobre preferencias alimentarias y actividades que a Arturo le gustaba hacer, intentando entender mejor la personalidad y los hábitos del anciano.

Ricardo respondió a la mayoría de las preguntas sin consultar al padre, como si conociera perfectamente todas las necesidades y deseos de Arturo. Aunque Diego percibió que algunas de las respuestas hacían que el anciano frunciera ligeramente las cejas, como si no estuviera completamente de acuerdo con lo que se estaba diciendo en su nombre. La conversación reveló una dinámica familiar compleja donde Ricardo parecía haber asumido control total sobre la vida del padre, tomando decisiones, sobre todo, desde la decoración de la habitación hasta las actividades diarias permitidas.

Había una infantilización sutil en su forma de hablar sobre Arturo, como si el anciano no fuera capaz de expresar sus propias opiniones o hacer elecciones simples sobre su vida cotidiana. “A mi padre no le gusta mucho movimiento en la habitación”, explicó Ricardo ignorando la mirada contrariada que Arturo le dirigió. prefiere paz y tranquilidad, sin muchas conversaciones o actividades que puedan cansarlo innecesariamente. Cuando Ricardo finalmente dejó la habitación cerrando la puerta tras sí con un sonido definitivo que resonó por la estancia, Diego sintió como si una nube pesada se hubiera disipado ligeramente, permitiéndole respirar un poco más fácilmente.

 

 

 

 

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